Unos datos nuevos e inesperados indican que la Voyager 1 ha estado viajando durante cerca de un año a través del plasma o gas ionizado, presente en el espacio entre las estrellas. La Voyager se encontraba en una zona de transición entre la burbuja solar y el espacio interestelar, donde algunos de los efectos de nuestro Sol siguen siendo evidentes.
La nave espacial Voyager 1 ha experimentado una nueva “ola de tsunami” del Sol, durante su viaje interestelar. Estas olas llevaron a los científicos a la conclusión de que, por el otoño del 2013, la Voyager ya había dejado la burbuja de nuestro Sol, adentrándose en el espacio interestelar.
Ed Stone, del Instituto de Tecnología de California en Pasadena y científico de esta misión desde 1972, dijo: “Normalmente, el espacio interestelar es como un lago tranquilo. Pero cuando nuestro Sol eyecta una ráfaga (viento solar), envía una onda de choque hacia el exterior que alcanza la Voyager un año más tarde. Esta onda hace que el plasma que rodea a la nave espacial empiece a brillar y a sonar”.
Los datos más recientes de la última onda de tsunami generada por el Sol nos confirman que la Voyager 1 ya está en el espacio interestelar – una región entre las estrellas llena de una sopa fina de partículas cargadas, también conocido como plasma. La misión todavía no ha salido del sistema solar – aún tiene que alcanzar el último halo de cometas que rodean a nuestro sol – pero si que salió de la burbuja, o heliosfera, que envuelve al Sol. La Voyager es la sonda hecha por el hombre que está más lejos de la Tierra, y la primera en adentrarse en la inmensidad del mar entre las estrellas.
Ed Stone dijo: “Ahora que tenemos nuevos datos, creemos que este es un salto histórico de la humanidad hacia el espacio interestelar. El equipo de Voyager necesitaba tiempo para poder analizar esas observaciones y darles sentido. Pero ahora podemos responder a la pregunta que todos nos hemos estado haciendo: ¿Hemos llegado ya al espacio interestelar? La respuesta es sí”.
Don Gurnett, de la Universidad de Iowa, y el investigador principal del instrumento de ondas de plasma en la Voyager (que detectó las ondas del Sol), dijo: “No todo está tranquilo alrededor de la Voyager. Estamos muy contentos de analizar estos nuevos datos. Hasta el momento, podemos decir que se confirma que estamos en el espacio interestelar”.
Nuestro Sol está pasando por un período de actividad solar intensa, en donde expulsa de forma explosiva el material de su superficie, arrojándolo hacia fuera. Estos eventos, llamados eyecciones de masa coronal, generan unas ondas de choque o de presión. Tres de estas ondas han llegado a la Voyager 1 desde que entró en el espacio interestelar en el año 2012. La primera onda fue demasiado pequeña como para ser notada y sólo se descubrió más tarde, pero la segunda fue claramente registrada por los instrumentos de rayos cósmicos de la nave espacial en Marzo de 2013.
Los rayos cósmicos son partículas cargadas y muy energéticas que vienen de las estrellas cercanas de nuestra Galaxia, la Vía Láctea. Las ondas de choque de nuestro Sol empujan a estas partículas como boyas en un tsunami. Los datos tomados por el instrumento de rayos cósmicos dan a los investigadores una prueba definitiva de que una onda de choque ha alcanzado a la nave.
Mientras tanto, otro instrumento en la Voyager también registra las ondas de choque. El instrumento de ondas de plasma puede detectar oscilaciones en los electrones del plasma.
Stone dijo: “La ola del tsunami toca el plasma como una campana y lo hace vibrar. Si bien el instrumento de ondas de plasma nos permite medir la frecuencia de este sonido, el instrumento de rayos cósmicos revela lo que golpeó al plasma – la onda de choque del Sol”.
Este sonido del plasma es lo que nos dio la evidencia clara de que la Voyager 1 ya se había adentrado en el espacio interestelar. Debido a que el plasma denso oscila más rápido, el equipo fue capaz de averiguar la densidad del plasma. En el 2013, gracias a la segunda ola de tsunami, el equipo adquirió evidencia de que la Voyager había estado atravesando, durante un año, un plasma que era 40 veces más denso que el anterior – un indicador del espacio interestelar.
¿Por qué es más denso ahí fuera?
Los vientos del Sol soplan y empujan el material hacia fuera.
Ahora, el equipo cuenta con nuevos datos de una tercera ola del Sol, registrados en Marzo de este mismo años. Estos datos muestran que la densidad del plasma es similar a la que se midió previamente, confirmando que la nave espacial ya está en el espacio interestelar. Gracias a las olas del Sol, la Voyager tiene la oportunidad de escuchar el canto del espacio interestelar – un lugar que normalmente es silencioso.
Estas naves fueron construidas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de Caltech, donde se siguen operando. La misión interestelar de las Voyagers forma parte del Observatorio del sistema heliofísico de la NASA, patrocinado por la división de Heliofísica de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA en Washington. La Red de Espacio Profundo de la NASA, dirigida por el JPL, es una red internacional de antenas que respalda las misiones interplanetarias de las naves espaciales, y también las observaciones astronómicas en ondas de radio y de radar para la exploración del sistema solar y del Universo. La red también es compatible con algunas de las misiones en órbita terrestre.
John Grunsfeld, administrador asociado de la NASA para la ciencia en Washington, dijo: “Voyager ha ido audazmente a donde ninguna otra sonda ha llegado antes, marcando uno de los logros tecnológicos más importantes en los anales de la historia de la ciencia, y ha añadido un nuevo capítulo en los sueños de los científicos y en las empresas humanas. Quizás algunos futuros exploradores del espacio profundo se pondrán al día con la Voyager, le primera nave interestelar, y reflexionarán sobre cómo esta nave intrépida ayudó a hacer posible su viaje”.
Los científicos todavía no saben cuándo la Voyager 1 llegará a la zona tranquila del espacio interestelar, fuera del alcance de nuestro Sol.
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