A pesar de los 60 años transcurridos, su nombre, Laika, es todavía tanto o más popular que el de Gagarin o Armstrong.

El primer ser vivo que se aventuró por el espacio exterior ocupa un lugar de honor en el imaginario colectivo.
A los pocos días del lanzamiento del Sputnik 1, Serguéi Korolev, el anónimo padre del Sputnik, fue recibido por un exultante Kruschev quien le hizo una petición sorprendente: “Sergei Pavlovich: Nunca creímos que pudieras lanzar un Sputnik antes que los americanos. Pero lo hiciste. Ahora, por favor, lanza algo nuevo al espacio para celebrar en próximo aniversario de nuestra revolución”. Sería en noviembre. Tenía un mes.